PARA HACER LOS SUEÑOS REALIDAD

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BLOG DESTACADO por PUNTO HISPANO

Febrero 2014

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¡Feliz 10° Aniversario! 2008 - 2018
Festejamos 10 años de la creación
del blog "Dama de la Poesía"
dónde se encuentra parte de la extensa
obra de la poetisa Lilian Viacava.

Títulos de sus últimos libros publicados:

-LAS LUNAS EN QUE ME PIERDO.

-ODA A MI ELEGÍA .

-RELATOS en la CUENCA DE POCITOS.

Escritora antologada en España, Chile, Argentina, Canadá,
Estados Unidos, Perú etc.,
Premiada en Uruguay y varios de los países nombrados...
Mencionada en publicaciones de diversos idiomas tales como portugués,
ruso y ucraniano

¡FELICIDADES POETISA!


miércoles, 15 de abril de 2020

EL NIDO DE LAS HADAS

Cuentos Durante la Cuarentena





Nahilil era pequeña y emanaba de si su bella luminosidad plateada. Ella no era como las otras que centelleaban luces azuladas. La pequeña Nahilil se distinguía dentro del nido y no podía ocultarse entre el resplandor de cientos de haditas azulinas, ella era la única plateada. Las otras emitían una luz que no se distinguía una de otras formando entre todas una luminiscencia que dibujaba extrañas figuras en la caverna donde habitaban. Ciertos Elfos comentaban en secreto que su blancura iridiscente era debida a su melancolía. Su sueño era ser humana no se resignaba a su vida solitaria y distinta a las demás escondida dentro de la caverna aunque acompañada de muchas siempre estaba sola porque ella era distinta a las demás.


Nahilil soñaba sueños en que ella se convertía en humana dada su condición de hada blanca, pero en el fondo de su ser sabía que era algo casi imposible de suceder ya que solo podía ocurrir si encontrara un príncipe durmiendo y ella lo despertara con un beso en los labios, con un cosquilleo de alas posadas sobre su boca y al abrir los ojos ellos se enamoraran entonces ella se tornaría en mortal.
El Nido de las Hadas estaba en un lugar tan oculto del bosque que ningún humano había logrado acercarse hasta entonces. A las hadas no les agradaba ser vistas y si alguien se aproximara a interrumpir sus cabriolas podrían tornarse violentas e irascibles, dejando su danza para emitir sonidos agudos como chillidos de águilas y salir espantadas para no volver a aparecer.


Las otras haditas aceptaban su destino. Pero no ella... Ella era distinta, era una mezcla de ángel y niño no nacido, mariposa y luciérnaga pura y soñadora blanca como la espuma. Por las noches subía hasta la luna para hacer su ritual danzando hasta que su color plata resplandeciera aun mas y sus alitas desprendían un halo de polvos mágicos que emitían sonidos musicales que solo ella conocía y brincaba entre su propio tintineo y la luz argentada que la hacía refulgir como una estrella. 


En las noches de luna llena era cuando mas se alejaba del enjambre que bailoteaba frenéticamente sobre las aguas del estanque. A la entrada de su escondite sobre el lago sagrado bailaban su danza arcaica miles de haditas que iban formando figuras contrastantes con el terciopelo azulado y el azulino de las aguas, baile que duraba toda la noche ya que antes de la aurora se retiraban para no ser vistas por ojos humanos ni por ojos de criatura alguna.
Ante los rayos del sol lentamente anunciaban su partida hacia su Nido mientras Nahilil parecía embrujada etérea y cristalina soñando su sueño en su danza solitaria su cabello se mecía sobre sus hombros y cada hebra de plata también resplandeciente la hacían ver cada vez mas plateada.
Cuando llegaba la hora de partir la luna derramaba dos lágrimas y Nahilil sabía que era tiempo de regresar a su morada.


Las luces del día se encendían. Todas dormían solo Nahilil soñaba sueños y soñaba y soñaba. Fue entonces que cierta noche el hijo del rey Atom el príncipe llamado Keldalí que nunca sonreía había partido de palacio en busca de la felicidad. Por las noches dormitaba bajo un abedul mientras el unicornio azul le hacía guardia. Una de esas noches Nahilil iba rumbo a la luna para emprender su danza frenética como todas las noches pero esa noche era mas fuerte su deseo. La luna llena la enervaba. Centelleó en la noche como nívea plata. Keldalí no despertaba y el embrujo argentado de la luna cómplice de Nahilil lo mantenía en estado de somnolencia.
El unicornio azul le dio la espalda y ella aleteó sobre el cuerpo de Keldalí dejando caer la magia de partículas de estrellas sobre el príncipe. A lo lejos las haditas revoloteaban enloquecidas sobre el lago sin que nada ni nadie las interrumpiera, pero Nahilil observaba aquel bello rostro con el que tanto había soñado, el rostro de su amado bajo el resplandor lunar, él podía convertir su sueño en realidad tan solo si ella lograra rozar sus labios de un modo que pudiese despertarlo. Entonces danzó lejos de la luna sobre su apetecible amado.


Revoloteó una y otra vez con su tintineo solitario y quiso guardar la imagen de esa noche en su mirada porque si se cumplía su sueño ella se convertiría en humana al besar sus labios y entonces sería su ultima noche de hada. Era tan hermoso Keldalí, tan bello su rostro apacible y dulce. La luna partícipe con Nahilil iluminaba su danza y adivinaba secuaz lo que iría a suceder. Fue entonces que Nahilil posó su pequeña boquita sobre la boca del príncipe y lo besó aleteando sobre él y derramando las estrellitas de plata que se desprendían de sus alas su cuerpito y de sus cabellos.


Keldalí despierta asombrado ante la luz deslumbrante que brillaba ante sus ojos y ve a una hermosa princesa de vestidura argentada y cabellos como hebras de plata. El instante se inmortaliza y el unicornio se voltea para mirarlos con sus ojitos de cristal  cuando se abrazan. En tanto a lo lejos se escuchaban los cantos que iban feneciendo mientras rayaba el alba y las pequeñas haditas azules regresaban a su nido sin percibir que la pequeña Nahilil ya no estaba. El sol abochornó a la luna y cubrió el cielo de naranja y de colores el paisaje mientras los dos enamorados se iban alejando sobre el unicornio a vivir su sueño.


Esa noche en su reunión semanal los Elfos murmuraban preguntándose que había cambiado en el Nido de las Hadas, pues la luz plateada no brillaba entre las danzas azules y frenéticas de las hadas. 








by Lilian Viacava Dama de la Poesía
@copyright derechos de autor

lunes, 13 de abril de 2020

EL CUERPO


Cuentos Durante la Cuarentena


Analía por las noches percibía gemidos que provenían del altillo de su casa y no era el ulular del viento. Dicen que en las noches de lluvia se pronunciaban más y más y no era la tormenta.Temblaban los estantes de la biblioteca, se caían los libros se desparramaban los angelitos de porcelana y permanecían incólumes. El crucifijo de madera descansaba en el piso luego de repicar tres veces tac tac tac y al amanecer toda la alcoba lucía revuelta. Analía resignada cada mañana acomodaba cada ángel en su sitio cada libro en su estante y el crucifijo meticulosamente apoyado en el  último anaquel. Luego noche tras noche proseguían incesantes los extraños gemidos y el desorden de la habitación mañana tras mañana. Ella pensaba ¡Esta casa vieja y sus sonidos me tienen cansada, un día de estos me mudo para el campo!


Y se fue... Si, se fue solo con una maleta donde cargaba una muda de ropa un libro de Benedetti y unos zapatos gastados que la distinguían al ser una mujer muy austera en su modo de vida. Se decía que nunca tuvo novio y no le preocupaban las cosas materiales, necesitaba muy poco para vivir, sus libros sus ángeles y el crucifijo eran los únicos objetos que atesoraba. En su casa nunca se veían las luces encendidas  vivía en la umbría de sus atardeceres. Entonces un día cualquiera partió con lo imprescindible sabiendo que algún día volvería. Pasó un tiempo descansando en el silencio del campo en la casa deshabitada donde había vivido en su lejana infancia. Por las noches solo se escuchaba el canto de los grillos que entraban por su ventana y el croar de las ranas entre los Ibiscos que se bañaban en el charco de agua que corría desde el brocal del pozo desbordado como un hilo de plata bajo el zumbido de las luciérnagas. Y como todo en la vida a pesar de la calma y la belleza se dijo en voz baja -esto no es lo mío- y regresó a su hogar. Lo hizo una noche tormentosa, pareciendo como si al regresar su eterna compañera fuera la tormenta. 


El camino del jardín hacia la casa estaba a oscuras como siempre. Le costó dar dos vueltas la llave, no veía ni su sombra, pero al ingresar se vio rodeada de pequeñas figuras luminosas, centelleantes que con algarabía la recibieron emitiendo sonidos infantiles como queriendo decir su nombre alumbrando toda la estancia con su tibieza. Mientras tanto en el altillo persistían los gemidos y ululares emulando al viento, el sonido de los ángeles en caída los libros desparramándose por el piso y el crucifijo como siempre dando tres golpes tac tac tac para quedar inerte al pie de la biblioteca justo en ese instante. Ella se dijo a sí misma -Como iba a saber yo como hacen el amor los fantasmas-. Y se resignó a que se siguiera multiplicando el mágico murmullo del amor que  invadía su hogar de vida . Dejó caer pesadamente su maleta al piso, se tumbó en su cama y entonces comprendió que para hacer el amor y multiplicarlo no se necesitan cuerpos.





by Lilian Viacava Dama de la Poesía
@copyright derechos de autor