Tu esclavitud es mi condena y te condeno a mi esclavitud... Estamos atados a un destino que estaba marcado en la orilla del mundo donde nos encontramos y me llevaste de tu mano a cruzar caminos donde nos amamos cada noche, en ese lugar que solo nosotros conocemos.
Desde entonces el amor y la pasión corren como ríos que se desbordan en tiempos de lluvia y mueren en el oceáno. En noches de tormenta el ralámapago de tu cuerpo me estremece y la lluvia me dice tu nombre, mojado por los besos... Delicioso es amarnos en las noches de verano donde el único sonido es tu voz que responde a mi reclamo... El murmullo de las calles parace venir de otro mundo porque tú y yo somos el mundo en un solo abrazo... La mirada profunda de tus ojos me traspasa y se me clava en la carne...
Descubro la caricia de tu lengua y los párpados me pesan sin remedio y caen como piedras al fondo de un abismo interminable. Me atas a tu cintura para no perderme y no te pierda, pero es tarde... ¡Estamos perdidos en el amor!... Mis poros se abren y te iluminan el camino hacia mi cuerpo... La noche apenas ilumina la sedosidad de la piel...
Hay luz en tus ojos y fuego en tu mirada en tu cuerpo en tus manos y me quemas mas que brasas, me das vida desconcida que voy aprendiendo a recorrer cada día, aprendiendo las virtudes del mandato... Vivimos nuestra condena de amor...